CRISTO ES TODO
CRISTO ES TODO
Si la salvación dependiese de lo que nosotros seamos o de lo que hagamos, estaríamos irremediablemente perdidos. Pero, alabado sea Dios, no es así. El gran principio fundamental del Evangelio es que Dios es todo y el hombre nada. No es una mezcla de Dios y de hombre, sino que todo es de Dios. La paz que ofrece el Evangelio no descansa en parte en la obra de Cristo y en parte en la obra del hombre, sino entera y únicamente en la obra de Cristo, porque esta obra es perfecta, para siempre perfecta; y hace perfectos, como ella misma, a todos los que en ella confían. Es preciso que Cristo sea Salvador completo, si no, no lo es de ningún modo. Desde el momento que alguien diga: "A no ser que vosotros seáis esto y lo otro, no podéis ser salvos", trastorna de arriba abajo el Evangelio de Cristo, puesto que este Evangelio me revela a Dios bajando hasta mí, tal cual soy, pecador culpable, miserable y perdido por falta propia; trayéndome además remisión completa de todo pecado y salvación plena de mi estado de perdición, en virtud de la obra cumplida por él mismo en la cruz. (C.H.M.).
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"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Timoteo 3:16-17).